«A mí nunca me ha importado lo que digan de mí, Shaun. Me importa lo que tú quieras conmigo. Ya sea compartir una taza de café para siempre, o convertirnos en los dos idiotas más infelices. La decisión es tuya».

Adrien sabe que su vecino es el pesado que toca la guitarra hasta cansarse. También sabe que le gusta el café, que de pequeño le robaba los juguetes y que ahora intenta adoptar un gato al que él ya ha dado hogar. Por si eso no fuera poco, está más guapo que nunca. Aunque no permitirá que la atracción se interponga en su pelea por decidir quién de los dos se merece ser el padre del dichoso felino que va de casa en casa buscando atenciones.

Para Shaun, compartir rellano con un tipo que protagoniza todas sus fantasías no le hace sentir cómodo. Que además intente robarle a su nuevo hijo peludo, mucho menos.

Pero las casualidades existen, y gracias un chat privado, una custodia compartida y un café especial comenzarán a acercarse y a conocerse.

Si el amor no surge a la primera ni a la segunda… entonces deberá ser a la tercera. Cuando los dos estén dispuestos a asumir que se gustaban desde siempre y que lo del gato solo es una excusa para acortar distancias de una buena vez.